Cansada

Cansada. Todo se resume en esa palabras, cansada. Harta de todo, de que siempre vayamos las tres idiotas a entrenar, las únicas que nos sacrificamos por este equipo. Las únicas que demuestran la gratitud hacia todas las personas que hacen posible que exista este club. Las que no ponemos excusas baratas para no ir. Las que si dicen que no van a entrenar porque están malas, no salen con sus novios. Las que si un día hay que quedarse más tiempo para pulir los errores, no rechistamos, nos quedamos y seguimos luchando. Todas tenemos nuestras cosas y ninguna puede criticar la forma de pensar de otra , pero tampoco deben faltar al respeto a las que estamos ahí día tras día, dando todo por sacarlo adelante, no quejándonos, las que de verdad amamos este deporte.
Me da mucha rabia que por cuatro niñatas que no saben lo que quieren este equipo se vaya a la mierda. Porque no saben respetar. Si no vas a ser capaz de dar un mínimo de esfuerzo, ¿de qué sirve que estés aquí? Mejor márchate.

Dos años

Dos años has tardado en volver a la cancha. Dos años en los que algunas veces has creído que no volverías a hacerlo nunca más. Dos años de médicos que te decían que esa rodilla no tenía solución, sintiéndote impotente por no poder hacer nada y llorando hasta tener los ojos hinchados.

Para mí han sido dos años en los que los primeros meses no sabía qué hacer. No sabía como podía consolarte ni qué podía decirte, así que solo me quedaba mirar la cara que tenías cunado nos ibas a ver jugar a un partido.

Solo una cosa tenía clara, te echaría mucho de menos en la cancha, echaría de menos que me consolaras, que nos dieses tu fuerza, que nos hicieses seguir adelante y que levantáramos la cabeza cuando ya nosotras nos habíamos rendido.

Pero al fin llegó el día en el que te iban a operar, por fin iban a arreglar esa rodilla después de varios meses de negativas, pero claro, cuando parecía que todo iba a ir bien, llegó el miedo. El miedo de hacerte otra lesión así. Y así volviste a pasar un año.

Pero todo eso acabó, por fin puedo volver a decir que volveremos a jugar juntas, por fin puedo volver a decir que jugamos juntas, aunque no seas la capitana, siempre nos das tu fuerza para seguir. A mí personalmente me has enseñado a no agachar la cabeza, a luchar cada punto y a transmitirle mi fuerza a las demás, aunque no siempre lo consiga.

Por un momento pensé que tras esa caída, no volverías a levantarte, pero me has dado una lección, ya que no solo te has levantado, sino que lo has hecho más fuerte que nunca. Me encanta volver a ver la chispa de la ilusión y estaré ahí siempre para evitar que se extinga.

acabado

¿Por qué no?

Siempre estarán esas tardes en las que sales de un partido y, cuando llegas a tu casa, haces el recuento de los morados con los que acabaste ese día. No recuerdas la mitad de los golpes que te diste, porque simplemente no puedes recordar cuántas veces tuviste que luchar para que el balón continuase en juego y poder seguir luchando por el punto, no te importa el golpe, muchas veces lo único que te preocupa es poder llegar hasta él, o que otro compañero consiga pasarlo al otro lado de la red.
La gente te pregunta cómo puedes darte semejantes golpes por salvar una simple pelota que va cayendo al suelo. Pero yo me pregunto: ¿Por qué no? ¿No debo luchar por el balón y por mi equipo?. Parecen no entender que debes luchar por él, aunque no tengas ninguna posibilidad de volver a poner la bola en juego. Si sólo lo dejas caer es como si estuvieras dándote por vencido.
Me encanta la sensación que me invade cuando todos daban ese balón por perdido, pero tú llegas y lo salvas, consigues seguir jugando. Otros dicen que es un único punto, que por perderlo no va a pasar nada, pero un punto puede marcar la diferencia en un partido.
Si te dedicas a esto es porque te gusta, razón por la que muchas veces lo más que te importa es llegar, y no el golpe que vas a recibir a cambio, así que aguantas el golpe y te mantienes firme en la cancha. Muchos no parecen comprender que esta es tu vida, que es tu pasión, como lo es el fútbol para otros, pero no importa, lo que realmente te importa es que tú si lo comprendas.

Corazón

Hay momentos en que las adversidades se presentan en nuestras vidas y no podemos evitarlas. Pero están allí por algún motivo. Sólo cuando ya las hemos superado entenderemos por qué estaban allí. Y yo ahora me doy cuenta.
Apenas éramos seis personas para ir a entrenar este año, y de esas seis, sólo tres habíamos jugado la temporada pasada. La verdad es que el futuro pintaba bastante negro para nuestro pequeño equipo, pues si no somos ocho jugadoras el equipo no saldría adelante.
Al final comienzan a venir algunas de las chicas que habíamos logrado convencer, pero que tampoco llevaban jugando mucho tiempo.
Comienza el primer entrenamiento y con ello se presenta nuestro nuevo entrenador, al que todas conocíamos pero nunca habíamos llegado a entrenar con él. Los nervios de saber cómo será y los de lo que haremos este año para conseguir mantenernos a flote son demasiados para nuestras cabecitas, pero aún así conseguimos mantenernos firmes.
Comienza el entrenamiento y solo tengo una palabra para describirlo, desastroso. Yo como capitana no sabía que poder decir o hacer para conseguir levantarles la moral, porque sinceramente yo tampoco lograba levantar cabeza, y entonces nos paró. Dijo que dejásemos de entrenar y nos reuniéramos todas para hablar sobre el futuro.
En ese momento nuestra moral cambió, cuando él terminó de hablar había conseguido que las últimas fuerzas que nos quedaban hicieran acto de presencia. Y así seguimos hacia adelante, sin mirar atrás.
Y ahora preguntarán que cuales fueron esas palabras. Esas palabras fueron que sólo nosotras con nuestra inseguridad provocábamos que nuestros cuerpos avanzasen. Que podemos ser un equipo en el que solo la mitad tiene experiencia, pero que eso no debería ser un obstáculo para nosotras. Lo que nosotras nos propongamos, lo vamos a conseguir, porque si no hace tiempo que hubiésemos dejado de lado esto. Que somos el ejemplo de las categorías anteriores a nosotras y que lo único que debíamos hacer es poner toda nuestra motivación, nuestro empeño y sacrificarnos por este equipo. Llegaremos lo lejos que nosotras deseemos porque la última palabra siempre la tendrá nuestro corazón.

Tuenti_1366493495105

Frases

Les voy a dejar una serie de frases que alguna vez, en algún momento de bajón, me han ayudado así que espero que pueda ayudarles a ustedes también.

  1. Quizá el músculo del corazón, en el que nadie repara, es el que más habría que ejercitar.
  2. Quien teme perder… ¡ya está vencido!
  3. En el deporte o en la gimnasia se pueden tener las condiciones, pero no basta con eso, sino con tener el corazón.
  4. Como jugador es fácil. Sólo piensas en ti. Después, si uno tiene cabeza, piensa también en el equipo. El entrenador tiene que pensar en todos, por el contrario.
  5. El mejor modo de predecir el futuro es inventándolo.
  6. Muchos de nuestros sueños parecen al principio imposibles, luego pueden parecer improbables, y luego, cuando nos comprometemos firmemente, se vuelven inevitables.
  7. Date la oportunidad de ser la persona que te gustaría ser.
  8. Si no te planteas metas lo suficientemente motivadoras, no tendrás fuerzas para conseguirlas. No apuntes bajo por miedo a no cumplir con tus expectativas, apunta tan alto como para poder luchar por tus metas con todas tus fuerzas.
  9. La mayoría de la gente opta por renunciar, por buscar una recompensa a corto plazo en vez de mirar al largo plazo. Quieren evitar el fracaso a toda costa, pero tener todas las recompensas del éxito. Superarte cada día implica no rendirte. Implica intentarlo de nuevo cada vez que fracasas. Eso es lo que separa a los ganadores de los perdedores.
  10. La religión de todos los hombres debería ser creer en sí mismos.
  11. Toda acción, todo cambio, comienza en tu cabeza. Todo comienza cuando tienes la certeza de querer alcanzar tus metas, y de creer en tí mismo para lograrlas. Empieza a forjar el cambio en tu interior YA.
  12. La mayor causa de frustración de las personas es los sueños que han elegido no cumplir. ¿Cuántas veces has oído a gente decir “Me gustaría hacer… pero no puedo”? No te inventes excusas, eres libre de conseguir lo que quieras.
  13. Si hoy no luchas, mañana no llores.

1365359420586

No tú sola

Bueno esto es un cuento que pedía realizar el profesor de Educación Física como trabajo teórico y como trata sobre el compañerismo y el trabajo en equipo pues me parece bastante adecuado para este blog. Se los dejo por aquí y no duden en dejar algún comentario o alguna sugerencia.

Iban a enviarla a las pruebas para poder entrar en el mejor equipo de todo el país. Aún faltaban dos días, pero los nervios podían verse a simple vista. Llevaba años jugando y, en su opinión, ya era hora de que conocieran su talento. Era orgullosa y quería que todo el mundo supiese lo buena que era. Donde quiera que iba dejaba huella, pero no por su juego, sino por su manera de tratar a sus compañeras. Si alguna fallaba, era porque no sabía jugar y era mala, así que para ella, no debía seguir jugando. Todo tenía que ser como ella decía y en el momento en que ella decía. Pero ella parecía ajena a su comportamiento.
Por fin llegó el día, no habían convocado a ninguna otra jugadora de su posición, a pesar de que la que jugaba en ese equipo de marchaba a otro de fuera del país. La única a parte de ella que había era una chica que, por la pinta que tenía, no debía ser una gran jugadora. Así que, ya estaba hecho, pensó, tenía asegurado un puesto de titular en el equipo.
Pasaron varios meses y ella seguís jugando a un muy buen nivel. Era imparable: donde ponía la vista o veía algún hueco, ahí iba el balón. Su nivel de defensa era excelente, inmejorable. Np había estado nunca sentada en el banquillo y tenía su puesto asegurado. Comenzó a creerse indispensable, por lo que cuando no tenía ganas o tenía algo mejor que hacer, simplemente no iba. Ahora bien, si las cosas fallaban por algún error supuestamente resuelto en uno de los entrenamientos, ella no tenía la culpa, eran las demás que no sabían darle ni lo que tenían que hacer, por eso ella no perdía ninguna ocasión de recordárselo.
Tampoco le preocupaba la otra chica que había entrado en el equipo al mismo tiempo que ella, no faltaba nunca a entrenar y siempre estaba ahí para las demás, pero no tenía su mismo nivel, por lo que era impensable que esa jugadora pisase alguna vez la cancha. Aunque debía reconocer que la relación con sus compañeras era mejor que la de nuestra protagonista, ya que ella era demasiado buena para relacionarse con las demás.
Llegó la liga. Sábado por la mañana primer partido en el que demostraría todo lo adquirido en esos dos meses de entrenamientos. Iban perdiendo. Ante su impotencia no fue consciente de lo que hizo, y de repente su tobillo hizo un movimiento extraño. Ella no se dio cuenta sino del dolor que sintió de repente en esa zona. El médico le dijo que iba a estar un mínimo de seis meses sin poder pisar una cancha de nuevo.
Ella se cabreó. No podía creer que eso le pasara a ella, a la gran jugadora, la mejor del equipo. ¿Cómo no le había pasado a otra? Deseó con todas sus fuerzas que le hubiese ocurrido a otra, incluso a esa chica que nunca jugaba. Se había confiado demasiado y por eso le pasó a ella. No quería ir a verlas. Se negaba. Decía que era su culpa y no parecía entender que había sido por su propio orgullo. Vio que iban perdiendo y en lugar de dejar atacar a la central, atacó ella, forzando el ángulo de la batida y aterrizando mal tras el salto.
Pasó la lesión y la rehabilitación, pero ya había acabado esa temporada, así que tuvo que esperar a la siguiente para volver a dejar a la grada boquiabierta. Pero el tiempo pasa rápido así que septiembre no tardó en regresar y con así lo hicieron también los entrenamientos. Tras el primer mes de entrenamiento llegó el primer partido amistoso. Por fin un partido después de unos ocho meses sin jugar alguno.
Después del calentamiento el entrenador comenzó a nombrar al conjunto titular, pero para su asombro, ella no estaba entre esas seis jugadoras. Su orgullo le cegó y se cabreó. Se sentó en el banquillo negándose a verlas jugar. No se merecían que las viera después de todo lo que se había sacrificado por ellas, pero claro, esa era su creencia. La temporada pasada no habían obtenido muy buenos resultados así que ni se preocupó porque si habían perdido mientras ella estaba en el campo, alcanzarían una paliza si ella no estaba. Pero cuando levantó la cabeza hacia el marcador, se llevó la mayor sorpresa de su vida. Iban ganando y por una diferencia abismal, iban quince puntos por encima del contrario.
Decidida a averiguar la razón de semejante cambio, observó fijamente la forma de jugar, organizarse y moverse de sus compañeras, y se dio cuenta de algo que en ese momento no supo que no lo olvidaría jamás. Sus compañeras jugaban confiando las unas en las otras, apoyándose, ninguna se creía mejor que otra. Se compenetraban a la perfección y eso parecía estar dando grandes resultados. En unos veinte minutos habían liquidado el primer set. Tampoco salió en el segundo por lo que también se dedicó a observar y se dio cuenta de que la chica que se había convertido en su suplente, la que nunca había salido a la cancha mientras ella estaba había mejorado un montón. Pero por encima de todo había aprovechado los mese en los que ella no había estado para creer que podía conseguir las cosas y así transmitírselo a sus compañeras.
Le costó algo más de tiempo percatarse de que eso era debido al compañerismo que ser manifestaba en ese momento en la cancha, y entonces lo supo. Supo que si no cambiaba su actitud se perdería lo más importa de su deporte, que son los lazos que se forjan en un equipo. Ella se estaba perdiendo lo que era confiar en una persona y que esa persona a su vez, también confiase en ti. Eso no lo conocía porque nunca le había dado la oportunidad a alguien, quería hacerlo todo sola. Pero una persona sola no gana un partido en un deporte en el que se juega por equipos. Los grandes resultados son producidos por grandes conjuntos y los fracasos, por conjuntos mediocres que no saben lo que es trabajar en equipo.
Esa chica se había ganado el respeto de sus compañeras y ella no era capaz de hacerlo debido a su gran orgullo. Por eso se prometió una cosa: se dijo a sí misma que daría un giro de 180º y conseguiría aprender lo que significaba realmente el compañerismo. Sin amor propio, sino amor por su deporte, por su equipo y, sobre todo, por sus compañeras y amigas. Si remaba sola no llegaría hasta la orilla, pero trabajando todas juntas sin duda lo conseguirían. Ese día lo prometió: nunca más se dejaría llevar por su orgullo.
Después de ese día, no faltó ni uno solo a entrenar, hablaba con sus compañeras de igual a igual y nunca volvió a meterse con ninguna. Se alegró al comprobar todo lo que le aportaba aquello. A pesar de que ella ya estaba a una gran nivel, mejoró aún más, no solo individualmente, sino también colectivamente. Así crearon su pequeña familia en la que todas conocían esa lección que a ella tanto le había costado entender.
Tras varios años, decidió hacerse cargo de un equipo alevín y se aseguró de que aprendieran esa lección, pero lo más importante era que nunca lo olvidaran como le había ocurrido a ella por creerse la mejor, por eso se los recordaba todos los días. Nunca cumplió la promesa que se hizo a sí mismo.

Capitán

El capitán de un equipo de voleibol sería un ente activo y jugador de un grupo cuya representación caracteriza y cuyas normas conoce y respeta. Es un puente tendido entre el reglamento y los jugadores, entre el entrenador y los jugadores, entre los padres y el entrenador, entre los jugadores y el árbitro, entre el árbitro y el entrenador, entre el vestuario y los directivos, entre el equipo y la grada… Con total seguridad difícil es ser un buen capitán, difícil es cargar con tan alta responsabilidad.

Personalidad, voz de mando, capacidad de comunicación, habilidad estratégica, responsabilidad y equilibrio emocional son cualidades prácticamente indispensables; características que junto con las alegrías, sacrificios y retos hacen del compañerismo una de las partes especiales de un buen capitán.

Destaca en un capitán entre sus enormes virtudes y valores la innata de liderazgo, siendo representante de cada uno de sus miembros. Es importante para el equipo que sepa dar instrucciones a sus compañeros durante el partido y trate de corregir a sus
compañeros en el momento oportuno.

El Capitán también debe ser valiente, entendiendo el valor como virtud cuando es racional y no instintiva, por eso ha de sustentarse en otras virtudes como la prudencia, la justicia y la fortaleza a fin de poderse emplear como se deba.

Tiene que saber cuándo debe tirar del equipo y leer todos los escenarios posibles del juego para saber qué hacer para ayudar a impulsar a su equipo a jugar mejor. Debe mirar y escuchar al entrenador durante el juego.

La virtud que, para mí, tiene una relevancia especial y la más importante de un buen capitán, es la que le permite no faltar a ningún entreno o partido a costa de otros sacrificios incomprensibles en la sociedad actual, la que hace que la puntualidad sea una obligación ineludible, la que le exige una entrega mayor en la realización de los ejercicios propuestos, la que le permite quedarse un tiempo más en el entreno para perfeccionar o simplemente para ayudar a recoger, y la que hace de él un ejemplo de conducta y un valor en alza del grupo, si hablo de la disciplina de esa palabra tabú que hoy en día no solo no está de moda sino incluso puede llegar a ser perseguida.

Carta de un deportista

Hoy me han derrotado, hoy me han vencido, hoy me quedo mirando al suelo sabiendo que pude haber dado mas de mi.

¿Qué me sucedió? ¿En que estaba pensando?

Todo paso en un instante, todo fue tan rápido. Aún puedo recordar esa caída, ese golpe, ese último aliento de esfuerzo que no pude dar.

Esta gran lucha me ha traído grandes cosas, valiosas amistades, experiencias inolvidables. Los mejores momentos de mi vida han sucedido en este espacio. Como olvidar todo aquello que he decidido dejar atrás, como olvidar aquellos largos entrenamientos, aquellas series interminables, las lagrimas derramadas en el camino…

No es el momento de rendirme, puedo dar aun más de mí. He luchado contra lluvia y tiempo, he superado expectativas. Hoy me han derrotado pero no me han vencido.

Mañana será otro día, me levantaré pelearé, levantaré la mirada y sonreiré, seguiré mi camino, luchare como siempre lo he echo, iré a por más. Si alguien me derrota no caeré, no me rendiré, lucharé aún más.

Demostrare de lo que estoy hecho y no me quedare atrás. Aún queda mucho por luchar, por demostrar. Seguiré este camino, no me detendré, seguiré corriendo, seguiré luchando, no me cansaré de gritar, de llorar. No dejaré de intentarlo, no me cansaré de luchar.